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El Emprendedor ¿Nace o se hace?

Esa pregunta suele plantearse para cualquier ámbito, tipo de persona, cargo o profesión. Y, como para todos los casos, la respuesta podría ser la misma: un poco de ambas. Leyendo la biografía de Steve Jobs (de la que sólo llevo 45 páginas) puede uno darse cuenta fácilmente de que no es así.

Desde luego, parte de la motivación tiene que surgir del interior de uno mismo, de lo que llaman el ADN del emprendedor, pero creo que mucho lo hace el entorno en el que la se vive, se educa y se forma como persona emprendedora.

En la cultura española no está arraigado ese pensamiento. Tal vez por la idea del éxito interpretado como conseguir el antaño llamado “contrato fijo” cuyo máximo exponente era el funcionariado o tal vez por la excesiva sobreprotección de una generación que, obsesionada con darle a sus hijos lo que nunca tuvieron, hizo de éstos personas dependientes sin capacidad ni necesidad de valerse por sí mismos.

Es en culturas como la norteamericana, donde desde pequeños se impulsa la creatividad, competitividad y autonomía de una forma sana y desde la misma escuela. Desde la venta de limonada hasta las fiestas de fraternidades universitarias pasando por cookies de los scouts, el lavado de coches, sacar a los perros del vecindario, repartir periódicos, etc. Todos esos trabajos menores forman como pequeños empresarios a quienes lo hacen valorando el mucho más el dinero y buscando de forma activa e ingeniosa el maximizar los beneficios.

Sin embargo en culturas como la nuestra nos tomamos a broma y nos sorprende ver a los hijos y hijas de nuestros vecinos vendiendo pulseras hechas con sus propias manos o lavar coches en verano aprovechando el buen tiempo para sacarse algunos euros; cuando son ese tipo de actitudes las que tendríamos que aplaudir e inculcar a los nuestros y no premiando, mediante la paga, los méritos académicos o el ayudar en casa.

Por otra parte está también el saber hablar en público, cuya necesidad va aumentando en los trabajos por cuenta ajena pero que, para el emprendedor (casi siempre solitario aventurero), es una de sus principales armas para vender su proyecto a inversores o producto/servicio al cliente.

Esta es otra faceta que si bien se está introduciendo más firmemente en nuestro sistema escolar, tendría que afianzarse más. Lectura de redacciones o trabajos previamente escritos deben dejar paso o complementarse con clubs de debate o presentaciones de proyectos de ciencias, que obliguen a argumentar y defender ideas de forma improvisada o sintetizar ideas para ajustarse a un tiempo dado.

Afortunadamente, actitudes como las anteriores cada vez son más comunes y nos extrañan menos. La crisis, además, que ha hecho que mucha gente se anime a emprender como única salida, hará que toda una generación se eduque bajo ese prisma diferente de ganarse la vida y adquirirán por imitación ese instinto. Se tardarán un par de generaciones, no más, en que nuestra sociedad fomente la autonomía laboral y por tanto se hagan más emprendedores.

Luis Hernández

Jefe de Sección Desarrollo Digital, Unidad Editorial

Web: https://www.selfbite.com

Luis Hernández en Twitter.

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