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Ante la desesperación que hoy en día sufren muchas personas por no tener un trabajo digno, por ver como sus condiciones laborales se reducen o como muchos esfuerzos a lo largo de su vida se convierten en polvo cuando la empresa no cumple sus objetivos, deciden ser ellos sus propios jefes y lanzarse al mundo empresarial. La falta de capital hace que se busquen negocios donde no se asuman excesivos riesgos.
En estos últimos tiempos, ante las dificultades que existen para acceder a los préstamos bancarios, han surgido nuevas figuras de inversores privados que están dispuestos a participar económicamente en nuevos negocios a cambio de beneficios futuros.
Los primeros pasos para lanzar una empresa siempre están llenos de dudas por su estabilidad. En cierto sentido, montar una empresa lo podemos asemejar a empezar en la escalada. Ambos, conceptos buscan llegar a una cota intentando evitar al máximo las condiciones de riesgo. Tanto para lanzarnos a emprender como para subir una montaña, necesitamos contar con los materiales adecuados.
Poco éxito tendremos si no nos dejamos asesorar por quienes llevan más tiempo observando el mercado, como si pretendemos escalar sin las recomendaciones de quienes ya conocen la montaña.
Ser empresario es una vocación y una vez que cumplimos los objetivos que teníamos marcados en primer lugar seguramente buscaremos expandirnos aún más o buscar nuevas fórmulas de negocio. Si hemos conseguido acceder a la cima de una montaña de 3.000 metros ¿por qué no dar un paso más y probar en otro punto de más dificultad y por tanto mayor recompensa?
