Reportaje Startups

Incorporar criterios ESG desde el inicio: la clave para startups sostenibles y atractivas para inversores

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups

En la actualidad, el éxito emprendedor no se mide solo en términos económicos, aunque son claramente importantes, sino también en el impacto que tiene la idea en términos sociales y ambientales que son medibles igualmente. Es lo que se conoce como los criterios ESG —ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés— que han dejado de ser un atributo complementario para convertirse en una expectativa estructural de los inversores, aceleradoras, clientes y, cada vez más, de los propios equipos fundadores. Incorporarlos desde las etapas iniciales del proyecto no solo mejora la sostenibilidad de la propuesta de valor, sino que representa un diferencial estratégico en mercados altamente competitivos.

El auge del ESG en el mundo de las startups se inscribe en un contexto global de presión regulatoria, activismo corporativo y sofisticación de los fondos de inversión. Europa lidera esta tendencia con normativas como el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) y la futura Directiva sobre Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa (CSDDD), mientras que en América Latina se observan avances desiguales pero crecientes, sobre todo en los sectores fintech, agrotech y energías limpias. Los grandes fondos de venture capital y private equity han comenzado a condicionar parte de sus tickets a compromisos ESG verificables, lo cual implica una redefinición del proceso de fundraising desde el pitch inicial hasta las rondas de crecimiento.

El desafío para los fundadores es cómo traducir estos criterios a una etapa temprana, caracterizada por la escasez de recursos, la velocidad de iteración y la construcción de un producto mínimo viable. A diferencia de las grandes corporaciones, que pueden permitirse departamentos dedicados a sostenibilidad o consultorías externas, las startups deben adoptar un enfoque pragmático, integrando el ESG en el diseño mismo del modelo de negocio y en la cultura fundacional del equipo. No se trata de añadir capas burocráticas, sino de incorporar lentes de impacto a cada decisión estratégica desde el día uno.

En materia ambiental, esto implica evaluar y mitigar la huella ecológica del producto o servicio, incluso si aún no se ha llegado a la fase de escalabilidad. Una startup de e-commerce puede comenzar seleccionando proveedores con prácticas sostenibles, optimizando embalajes reciclables o trazando el impacto logístico de su cadena de distribución. Las startups tecnológicas, frecuentemente subestimadas en su huella ambiental por no estar vinculadas a procesos industriales, también deben atender el consumo energético de sus servidores, la gestión del ciclo de vida del hardware o el diseño de código eficiente. Medir la huella de carbono y adoptar compromisos de reducción, aunque sea de forma incremental, se está convirtiendo en una práctica valorada incluso por business angels.

En el eje social, la mirada se amplía más allá del impacto externo para incluir las condiciones internas de trabajo, la diversidad del equipo fundador, la inclusión de género y la relación con las comunidades afectadas directa o indirectamente por la actividad de la startup. El concepto de “producto ético” comienza a permear sectores como la inteligencia artificial, las plataformas colaborativas o la educación digital, donde el diseño de algoritmos, la moderación de contenidos o el acceso equitativo son asuntos críticos. El diseño centrado en el usuario debe incorporar variables sociales como accesibilidad, privacidad o impacto en poblaciones vulnerables. Algunas startups están incorporando desde etapas iniciales indicadores de impacto social alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con reportes simplificados que pueden escalarse con el tiempo.

La gobernanza es quizás el criterio ESG menos comprendido por las startups en fase semilla, pero su importancia ha crecido exponencialmente. Incluir buenas prácticas de gobernanza no solo previene riesgos futuros, sino que genera confianza entre inversores, socios estratégicos y empleados clave. Esto abarca la transparencia financiera, la claridad en la toma de decisiones, la existencia de mecanismos internos para resolver conflictos, la protección de datos y la rendición de cuentas frente a los stakeholders. Aunque no se disponga de un consejo de administración formal, la documentación adecuada de acuerdos, políticas internas y métricas de seguimiento son señales positivas en un due diligence. Algunas startups incorporan desde temprano consejos asesores con perfiles diversos y experiencia en sostenibilidad o derechos humanos, lo que también facilita el acceso a redes de capital social relevantes.

Las startups que integran criterios ESG desde el diseño logran atraer mejor talento, acceder a financiación especializada —como fondos de impacto o líneas verdes— y construir marcas más resilientes en contextos de crisis reputacional. Asimismo, cuando una startup prepara su estrategia de salida vía M&A o IPO, contar con una estructura ESG sólida mejora su valoración y acelera los procesos regulatorios. Esto ha llevado a que algunas incubadoras incorporen módulos de formación en sostenibilidad o incluso exijan planes de impacto como parte de su onboarding.

A la hora de medir este tipo de asuntos, se pueden encontrar metodologías simplificadas y adaptadas al contexto startup. Existen herramientas como el ESG Due Diligence Toolkit del Global Impact Investing Network (GIIN), los marcos B Impact Assessment para empresas B Corp o las directrices de la Task Force on Climate-Related Financial Disclosures (TCFD), que pueden utilizarse de forma modular. Algunas aceleradoras y fondos han desarrollado sus propias plantillas de evaluación ESG para startups early-stage, enfocadas en procesos más que en resultados, reconociendo la naturaleza dinámica de estos emprendimientos.

La creciente demanda de transparencia también ha estimulado la aparición de software de gestión ESG enfocado en startups, que permite recopilar, analizar y reportar datos de forma ágil. Estas plataformas ofrecen tableros de control, alertas regulatorias y recomendaciones automáticas de mejora, lo que reduce la fricción operativa y permite a los equipos enfocarse en su core de negocio. La interoperabilidad con herramientas de gestión de proyectos o recursos humanos también facilita la incorporación del ESG como una capa transversal en lugar de una función aislada.

En sectores especialmente regulados o sensibles, como salud, fintech o inteligencia artificial, la integración de criterios ESG se convierte no solo en un diferenciador, sino en una licencia para operar. Los fallos en materia de gobernanza algorítmica, uso indebido de datos o exclusión financiera pueden derivar en sanciones o en bloqueos de crecimiento en mercados clave. Por ello, los inversores institucionales ya no se conforman con promesas vagas de impacto positivo, sino que solicitan evidencia concreta, métricas y mejoras iterativas. Las startups que han sabido anticipar esta exigencia se encuentran en una posición más sólida para crecer en mercados internacionales, establecer alianzas estratégicas y atraer perfiles senior con sensibilidad ética y experiencia sectorial.

En paralelo, la presión social ha empoderado a los consumidores, trabajadores y activistas como fiscalizadores del comportamiento corporativo, y las startups no están exentas de este escrutinio. La narrativa de impacto, si no está respaldada por prácticas verificables, puede convertirse en un riesgo de greenwashing o social washing. Por eso, algunas startups han comenzado a publicar reportes breves de sostenibilidad, códigos de conducta pública o compromisos éticos desde sus sitios web, incluso antes de alcanzar el product-market fit.

Integrar criterios ESG desde el inicio no es una carga que las startups deban soportar en aras de futuras exigencias regulatorias o de inversión, sino una oportunidad para construir negocios más robustos, coherentes y alineados con las transformaciones sociales y ambientales que están redefiniendo el capitalismo global. Las startups tienen una ventaja comparativa respecto a las grandes corporaciones: su capacidad para diseñar estructuras ágiles, transparentes y con propósito desde su fundación. En un entorno de incertidumbre creciente, el ESG deja de ser una opción para convertirse en una de las piedras angulares de los modelos de negocio emergentes.

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups
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