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¿Deben crear empleo los Emprendedores?

Se comentan estos días distintas medidas que el gobierno de Mariano Rajoy piensa implantar con vistas a animar a los emprendedores. La mayoría, como es lógico, de carácter fiscal y alguna de ellas relacionadas con los ahorros que supondrá la contratación de personal por parte de los emprendedores. Esto tiene sentido, pues “como el paro es la gran rémora de nuestra economía, qué mejor que reducir el coste laboral”, pensarán los políticos.

Pues bien, voy a empezar con una mala noticia para Rajoy. Los que me conocen saben que siempre he mantenido una máxima fundamental: “ningún gobierno puede impulsar el emprendimiento a golpe de decreto fiscal”.

Y en particular, soy especialmente escéptico con la reducción de cuotas a la Seguridad Social, pues si este tipo de medidas realmente influyese en la contratación entonces en España no habría ningún discapacitado sin empleo (tened en cuenta que para los empleadores de estas personas se llega a ofrecer una subvención de 3.900 euros, una deducción de 6.000 euros en el impuesto de sociedades y una bonificación de 5.000 euros en la Seguridad Social). Fijaos los ahorros que supone contratar a estas personas que, por otra parte, son perfectamente válidas para el mercado laboral.

Pero lo que voy a decir a continuación me va a valer directamente la pena de crucifixión por más de uno. Ahí voy: financieramente, la contratación de un empleado es una medida que un emprendedor solo debe realizar en una fase avanzada y cuando la alternativa de la subcontratación deje de ser interesante (incluyo las ETT bajo el concepto de “subcontratación”).

La explicación es muy simple: la factura laboral es un coste fijo en tanto en cuanto su devengo no viene impuesto por la cifra de negocio de la empresa (esto es, las ventas), sino del mero transcurso de los días. Pase lo que pase, se venda lo que se venda, el salario y los costes sociales a cargo de la empresa se tendrán que pagar cuando llegue el momento oportuno.

El coste fijo es una de las componentes más decisivas a la hora de determinar el “punto de equilibrio”, esto es, el nivel de ventas que la empresa debe conseguir para alcanzar un beneficio cero (en otras palabras: dejar de perder dinero). El punto de equilibrio, como número de unidades vendidas, se obtiene dividiendo los costes fijos entre el margen de contribución (i.e. precio menos coste variable unitario).

Es inmediato comprobar cómo un aumento de los costes fijos somete a la empresa a una presión en ocasiones insoportable para pasar de los números rojos a los negros, sobre todo cuando la empresa está en su fase más inicial. Trabajando por debajo del punto de equilibrio, el aumento de los costes fijos suele pesar más que una reducción del margen de contribución provocada por un aumento de costes variables, luego contratar un empleado es siempre peor opción que subcontratar.

Si sustituimos el cargo de costes fijos por costes variables conseguimos además dos cosas: la primera incurrir en el coste únicamente cuando se necesite, lo cual permite levantar el pie del acelerador cuando es preciso. La segunda, mejorar la rentabilidad de la empresa si el margen que nuestro mercado nos permite cargar es suficientemente alto, pues en este caso es posible que financieramente sea más interesante la subcontratación incluso cuando estemos ya por encima del punto de equilibrio.

Pero entonces, ¿cuándo contratar personal laboral? Financieramente, resulta interesante cuando los ingresos (y por tanto el nivel de actividad) permitan ocupar plenamente el recurso económico que estamos destinando a la nómina. Fijémonos que hablamos de ingresos, y no de costes. Luego la reducción del gasto improductivo que supone un ahorro fiscal no debería afectar a la decisión de la contratación, y por ello se cumple mi axioma anterior. 

En definitiva, el aspecto fiscal ocupa uno de los últimos lugares que un emprendedor debe considerar para contratar un empleado.

Dicho lo cual, ¿estoy echando por tierra la capacidad del emprendedor de crear empleo? Por supuesto que no, ya que en realidad, subcontratando o comprando se genera empleo, pues lo que crea el empleo no es solo el papelito del INEM, sino la actividad empresarial que el emprendedor está desarrollando.

¿Cómo conseguir pues que el emprendedor genere empleo? Desde luego no con incentivos fiscales como dicen los políticos, sino con iniciativas que impulsen la actividad económica del emprendedor (por ejemplo, el acceso al crédito, la ayuda a la exportación, el cobro de las deudas, etc.).

Pero, ¿por qué el poder público lanza ese tipo de medidas para animar el emprendimiento? Esto daría, al menos, para otro post. Se me ocurren algunas posibilidades (a vosotros seguro que más). En primer lugar, la rebaja de los costes sociales a cargo de la empresa es algo fácil de implantar y comunicar a la sociedad. En segundo lugar, el complejo de culpa que sienten los políticos por lo gravoso que supone a un empresario contratar un empleado. Y en tercer lugar, no sé… quizá que, después de todo, esta gente no da más de sí. 

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