Reportaje Startups

La auditoría legal preventiva como aliada del inversor: qué garantías ofrece ante una ronda de financiación

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups

La transparencia en los procesos de creación de una startup, y sobre todo a la hora de conseguir financiación son claves para que la empresa crezca adecuadamente. Por eso es importante contar con una auditoría legal preventiva, un instrumento que se ha convertido en clave para blindar jurídicamente a la empresa y ofrecer a los potenciales financiadores un diagnóstico fiable sobre su situación normativa, contractual y societaria. No se trata de una exigencia meramente formal, sino de una práctica cada vez más extendida entre fondos de inversión, business angels y firmas de venture capital que buscan minimizar riesgos antes de comprometer recursos.

La auditoría legal preventiva consiste en un análisis exhaustivo de la situación jurídica de una compañía, realizado con carácter anticipado y sin que exista un conflicto, litigio o inspección en curso. Su enfoque es proactivo: detectar incumplimientos, carencias documentales o zonas grises en la operativa legal que puedan comprometer la viabilidad futura de la empresa o disuadir a inversores. A diferencia de una auditoría legal reactiva, que se activa tras un problema, la preventiva actúa como mecanismo de revisión interna, normalmente llevado a cabo por firmas de abogados especializados en derecho mercantil, societario, laboral, fiscal y en materia de protección de datos.

Las startups, por su propia naturaleza, tienden a priorizar la escalabilidad, la velocidad y la captación de talento frente a la consolidación de estructuras jurídicas robustas. Esto genera en muchos casos una fragilidad legal latente que puede pasar desapercibida durante los primeros meses o incluso años de vida del proyecto. Sin embargo, al llegar a una ronda de financiación, los inversores suelen activar sus propios procesos de due diligence, donde la documentación societaria, los contratos laborales, la situación fiscal o los aspectos de compliance se examinan con lupa. Cualquier deficiencia en esos ámbitos puede traducirse en una valoración a la baja, en la inclusión de cláusulas más estrictas en el pacto de socios o, en el peor de los casos, en el abandono de la operación por parte del inversor.

Precisamente por eso, cada vez más startups y scaleups optan por realizar una auditoría legal preventiva antes de iniciar un proceso de fundraising. Este ejercicio permite anticiparse a las exigencias de los inversores, corregir vulnerabilidades, ordenar la documentación crítica y reforzar el relato de confianza que se desea transmitir al mercado. Entre los aspectos más revisados en una auditoría legal de este tipo destacan la constitución de la sociedad y sus ampliaciones de capital, los estatutos sociales, los pactos de socios previos, la titularidad y protección de la propiedad intelectual, los contratos con empleados clave, la situación en materia de compliance normativo (especialmente protección de datos y prevención de blanqueo), los contratos con clientes y proveedores, así como la situación fiscal y contable.

La propiedad intelectual es uno de los elementos que más peso adquiere en estos procesos. Muchos modelos de negocio en el ámbito tecnológico, biotecnológico o digital dependen directamente de la titularidad de un software, un algoritmo, una marca o una patente. Una auditoría legal preventiva puede identificar si esa propiedad pertenece efectivamente a la empresa o si existen riesgos de reclamaciones por parte de fundadores, empleados o terceros. Asimismo, permite revisar si se han registrado los derechos correspondientes, si existen licencias adecuadamente documentadas o si la empresa está en condiciones de explotar comercialmente ese activo sin contingencias legales.

En el terreno societario, la auditoría suele poner el foco en la estructura accionarial, el histórico de ampliaciones de capital, la existencia de derechos preferentes, cláusulas de arrastre o tag along, así como en la correcta inscripción de estos actos en el registro mercantil. Las discrepancias entre lo que figura en los libros de actas, en el registro o en los pactos de socios pueden generar dudas serias entre los potenciales inversores, que buscan claridad y coherencia documental. En algunos casos, también se revisa la existencia de participaciones cruzadas, contratos entre socios o relaciones con partes vinculadas que puedan suponer conflictos de interés no declarados.

Otro ámbito crítico es el laboral. Las startups que crecen de forma acelerada suelen contratar bajo fórmulas mixtas, combinando contratos temporales, mercantiles y en ocasiones prácticas irregulares como la figura del falso autónomo. Una auditoría legal preventiva identifica posibles incumplimientos de la normativa laboral o de seguridad social, evalúa la solidez de los contratos con empleados clave —especialmente en áreas técnicas o de negocio— e identifica cláusulas relevantes como las de no competencia, confidencialidad o permanencia. También se revisa el cumplimiento de obligaciones en materia de prevención de riesgos laborales, algo a menudo descuidado en entornos de crecimiento rápido.

Desde la perspectiva fiscal, el análisis suele centrarse en el cumplimiento de las obligaciones tributarias, en la existencia de incentivos aplicados correctamente (como el régimen de startups o los beneficios fiscales por I+D+i) y en posibles contingencias derivadas de deducciones indebidas, errores en la facturación o retrasos en el pago de impuestos. Si bien las startups no siempre generan beneficios en sus primeros ejercicios, el cumplimiento tributario formal es una señal de orden interno que los inversores valoran como síntoma de madurez.

En cuanto al cumplimiento normativo, áreas como la protección de datos, el comercio electrónico o el cumplimiento en materia de prevención de blanqueo de capitales cobran cada vez más importancia. En el caso de empresas con usuarios o clientes en el entorno digital, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) impone obligaciones específicas cuya infracción puede acarrear sanciones millonarias. La auditoría preventiva evalúa si existen políticas internas adecuadas, si los consentimientos se recogen correctamente, si los contratos con encargados de tratamiento están actualizados y si se han realizado evaluaciones de impacto cuando corresponden.

Desde el punto de vista del inversor, la auditoría legal preventiva aporta garantías que van más allá de la simple verificación documental. Ofrece una visión integral de la gobernanza de la empresa, de su cultura jurídica y del grado de profesionalización de su gestión. Una startup que ha realizado este ejercicio con antelación transmite seriedad, capacidad de anticipación y compromiso con las buenas prácticas, cualidades que son cada vez más valoradas en rondas de inversión. Además, permite acotar riesgos y establecer con claridad las responsabilidades de los fundadores, lo que facilita la negociación de pactos de socios más equilibrados y eficaces.

En algunos casos, los propios fondos de inversión imponen la realización de una auditoría legal como condición previa a la entrada en el capital, o incluso financian ellos mismos ese análisis a través de firmas externas de confianza. No obstante, cuando la empresa ha abordado previamente esta tarea, el proceso se agiliza y permite que la negociación se centre en el crecimiento futuro y no en la corrección de errores del pasado. Esta preparación previa puede ser determinante para cerrar una ronda en tiempo y forma, especialmente en contextos de alta competencia o con inversores internacionales que exigen niveles de compliance más exigentes.

Por otra parte, la auditoría legal preventiva también cumple una función estratégica en fases posteriores de la vida empresarial. Tras una ronda de inversión, muchas startups entran en procesos de expansión internacional, reestructuración interna o adquisición de otras compañías. Haber establecido una base legal sólida desde el inicio simplifica esos procesos y evita que los errores acumulados en las primeras etapas se conviertan en barreras insalvables. Asimismo, en escenarios de salida —como una adquisición o un proceso de M&A—, el historial de cumplimiento legal puede influir directamente en la valoración final de la empresa.

La auditoría legal preventiva no es un lujo ni un trámite burocrático, sino una herramienta que combina orden, estrategia y anticipación. En un entorno en el que los inversores exigen cada vez más transparencia, cumplimiento normativo y claridad jurídica, este tipo de auditorías se convierte en una aliada decisiva para generar confianza, cerrar rondas con éxito y garantizar la sostenibilidad del proyecto. Su adopción temprana puede marcar la diferencia entre una startup bien valorada y una oportunidad perdida por falta de preparación. En el competitivo universo del emprendimiento, prevenir es, también, una forma de crecer.

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups
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