Por Redacción - Dic 26, 2025
El ecosistema emprendedor en España atraviesa un momento de notable transformación al cierre de 2025, consolidándose como el territorio europeo con mayor proporción de empresas emergentes fundadas íntegramente por mujeres. Según los datos arrojados por la sexta edición del Barómetro sobre la paridad de género elaborado por Boston Consulting Group en colaboración con SISTA, el doce por ciento de las nuevas compañías tecnológicas en territorio español nacen de manos femeninas. Esta cifra sitúa al país por encima de la media continental y refleja un cambio de mentalidad en las estructuras de creación de negocio, donde la iniciativa individual de las fundadoras ha ganado un terreno considerable frente a los modelos de asociación tradicionales. Sin embargo, este liderazgo en volumen de creación no se traslada con la misma intensidad al ámbito de la capitalización, donde las barreras estructurales siguen condicionando el crecimiento de estos proyectos a largo plazo.
La realidad del acceso al capital revela una disparidad que se acentúa a medida que los proyectos maduran. Mientras que en las fases iniciales de pre-semilla existe una participación femenina activa, la presencia de equipos formados exclusivamente por mujeres se desvanece casi por completo al alcanzar las series B de financiación. En España, el noventa y uno por ciento de las operaciones lideradas por fundadoras no logra superar el umbral de los quince millones de euros, una barrera que parece inamovible desde hace varios ejercicios. Esta situación genera un fenómeno de invisibilidad en las etapas de expansión internacional y consolidación corporativa, limitando el impacto de estas empresas en la economía de escala y manteniendo la toma de decisiones financieras más relevantes en manos de equipos que todavía carecen de una diversidad real en sus órganos directivos.
La irrupción de la inteligencia artificial como eje vertebrador de la innovación tecnológica en este 2025 ha ensanchado la brecha existente. Los datos actuales muestran que las empresas lideradas por hombres acaparan más del noventa y nueve por ciento del capital destinado a soluciones de computación avanzada y modelos de lenguaje. Esta concentración de recursos responde, en parte, a la especialización sectorial. Los proyectos femeninos tienden a ubicarse en áreas relacionadas con el bienestar, la salud o la moda, sectores donde la implementación de sistemas de inteligencia artificial todavía no se percibe como el motor principal de la inversión. Por el contrario, los segmentos de bienes industriales o el desarrollo de software como servicio, tradicionalmente dominados por fundadores masculinos, absorben la mayor parte del flujo monetario gracias a su alta intensidad tecnológica y potencial de escalabilidad algorítmica.
Para las voces expertas de Boston Consulting Group, esta falta de representación en los sectores de vanguardia no es solo un dilema ético, sino un problema de eficiencia económica. La limitada presencia de mujeres en las fases avanzadas del emprendimiento supone que una fracción significativa del talento disponible queda excluida de los procesos que movilizan las mayores sumas de capital. La diversidad en los equipos fundadores se traduce en una evaluación de riesgos más precisa y en una capacidad superior para anticipar giros en las demandas de los consumidores. Al marginar a las mujeres de los segmentos donde se concentra la inversión masiva, se reduce la frontera de creación de valor y se debilita la resiliencia de los modelos de negocio ante una realidad tecnológica que exige enfoques múltiples y soluciones creativas para problemas complejos.