Reportaje Startups

Lo que toda startup debe saber sobre benchmarking competitivo para no perder terreno en su sector

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups

Todo cambia, y lo hace con rapidez. Tanto, que hay que estar al tanto de todo lo que pasa en el mercado, de cómo actúa la competencia, y de cómo se puede mejorar todo lo que se tiene en marcha. Para poder hacerlo, hay que tener en cuenta el benchmarking competitivo, una herramienta clave para las startups que desean consolidar su modelo de negocio, escalar con eficiencia y anticiparse a movimientos del mercado que podrían afectar su posicionamiento. Sin embargo, a pesar de su importancia estratégica, muchas startups siguen sin incorporar este proceso de forma sistemática en sus ciclos de aprendizaje y toma de decisiones.

El benchmarking competitivo consiste en un proceso estructurado de observación, análisis y comparación entre una empresa y sus principales competidores, tanto directos como indirectos. Su propósito no es replicar lo que hacen los rivales, sino identificar prácticas efectivas, detectar tendencias, revelar oportunidades de mejora y establecer objetivos realistas y bien informados. A diferencia del benchmarking interno o funcional, el competitivo se centra exclusivamente en el rendimiento y las estrategias de empresas que compiten por el mismo mercado, el mismo tipo de cliente o una categoría de producto similar. Para una startup que aún está validando hipótesis, descubriendo su propuesta de valor o ajustando su encaje producto-mercado, comprender las dinámicas que rigen su ecosistema competitivo no solo aporta información valiosa, sino que puede marcar la diferencia entre escalar o quedar obsoleta en cuestión de meses.

Es necesario señalar que el benchmarking competitivo es un proceso totalmente legal y ético cuando se realiza con fuentes públicas y con una finalidad estratégica, y no con el objetivo de obtener información confidencial de forma ilícita. Se trata de inteligencia competitiva legítima, no de espionaje empresarial.

El proceso de benchmarking competitivo para una startup puede abordarse en cinco etapas interrelacionadas que no requieren grandes presupuestos ni infraestructuras complejas, pero sí constancia, visión analítica y capacidad de interpretación. La primera etapa es la definición del objetivo. Aquí se debe acotar claramente qué se desea aprender o mejorar: puede tratarse de una estrategia de captación de usuarios, un modelo de precios, la estructura del producto digital, el enfoque de marketing o incluso el posicionamiento en buscadores. Cuanto más específico sea el objetivo, más efectivo será el análisis comparativo.

En la segunda etapa se identifican los competidores relevantes. No se trata únicamente de los actores consolidados del sector, sino también de otras startups en etapas similares que puedan estar innovando en áreas clave. El análisis debe incluir competidores directos (aquellos que ofrecen una solución similar al mismo segmento de mercado) e indirectos (quienes resuelven el mismo problema del cliente pero con enfoques distintos). En esta fase es útil aplicar herramientas como el mapa de posicionamiento, la matriz de competencia o el análisis de cinco fuerzas de Porter, adaptados al contexto de empresas emergentes.

La tercera etapa implica la recolección sistemática de datos. Afortunadamente, hoy es posible acceder a una gran cantidad de información pública sobre competidores sin infringir ninguna norma. Las fuentes más utilizadas incluyen sitios web corporativos, reportes de inversores, perfiles en redes sociales, plataformas de opinión de clientes, marketplaces, publicaciones en medios, entrevistas con fundadores y bases de datos como Crunchbase, Similarweb, App Annie, SEMrush o BuiltWith. Además, en sectores B2B es habitual complementar esta información con entrevistas cualitativas, revisión de webinars o análisis de contenido generado por la comunidad usuaria.

Una vez recolectados los datos, la cuarta etapa es el análisis comparativo. Aquí la startup debe transformar los datos en conocimiento estratégico. Se trata de identificar patrones, detectar ventajas y desventajas relativas, entender qué prácticas podrían adaptarse al contexto propio y cuáles no, y descubrir lagunas o espacios de oportunidad donde se pueda diferenciar. En esta fase conviene estructurar los hallazgos en matrices visuales, dashboards o informes periódicos que faciliten su lectura y discusión interna. La incorporación de herramientas de business intelligence, aunque opcional, puede potenciar el alcance del análisis.

La quinta etapa consiste en integrar los aprendizajes en el proceso de toma de decisiones. El benchmarking no tiene valor si no se traduce en acciones concretas. Esto puede incluir desde ajustes en la propuesta de valor hasta la redefinición de campañas de marketing, pasando por cambios en la interfaz del producto o en los procesos de atención al cliente. La startup debe establecer indicadores claros que permitan medir si las mejoras inspiradas por el benchmarking conducen efectivamente a una ventaja competitiva.

A lo largo de este proceso, es importante tener presente que el benchmarking competitivo no es una actividad puntual, sino un ciclo que debe repetirse con frecuencia. El mercado cambia, los competidores se transforman, las tecnologías evolucionan, y lo que hoy funciona puede quedar obsoleto mañana. Una startup que incorpora esta práctica como parte de su cultura de aprendizaje continuo estará mejor preparada para responder con agilidad y estrategia a los cambios del entorno.

Existen numerosos ejemplos de startups que han utilizado el benchmarking competitivo con éxito. Por ejemplo, empresas emergentes en el sector fintech han estudiado a fondo la experiencia de usuario de los neobancos más avanzados para rediseñar sus interfaces de onboarding. Startups del ámbito de la educación online han replicado las estrategias de gamificación observadas en plataformas líderes para mejorar la retención de sus alumnos. Incluso en sectores tradicionales como la logística, pequeñas empresas han optimizado sus procesos internos tras analizar cómo operan compañías tecnológicas que han introducido algoritmos de optimización de rutas o sistemas de trazabilidad.

No obstante, también es frecuente encontrar errores en la aplicación del benchmarking competitivo. Uno de los más comunes es la imitación acrítica, que lleva a adoptar prácticas de la competencia sin evaluar su viabilidad o adecuación al contexto propio. Otro error habitual es enfocarse solo en los líderes del mercado, olvidando que otras startups pueden estar marcando tendencias incipientes con un alto potencial disruptivo. También hay startups que realizan el benchmarking de forma esporádica, en lugar de institucionalizarlo como un proceso continuo. Por último, existe el riesgo de saturarse de información sin contar con los filtros adecuados para distinguir lo relevante de lo accesorio.

En cuanto al mejor momento para iniciar un proceso de benchmarking competitivo, la mayoría de expertos coinciden en que cuanto antes, mejor. En las etapas iniciales puede ayudar a validar el enfoque estratégico, mientras que en fases de crecimiento o expansión permite refinar procesos y adaptarse a nuevos mercados. Sin embargo, la intensidad del análisis y el tipo de métricas evaluadas deben ajustarse al momento en que se encuentra la startup. En una etapa temprana es más útil estudiar las propuestas de valor y modelos de adquisición de usuarios, mientras que en fases posteriores conviene profundizar en temas como eficiencia operativa, rentabilidad o estrategias de escalado.

El benchmarking competitivo, lejos de ser una práctica reservada a grandes corporaciones, es una herramienta accesible y poderosa para cualquier startup que aspire a mantenerse relevante y competitiva. Su valor no reside en copiar a los rivales, sino en aprender de ellos, entender sus aciertos y errores, y usarlos como punto de partida para trazar un camino propio, adaptado a la realidad del equipo, el producto y los clientes. Incorporarlo como hábito estratégico es, en muchos casos, un factor diferencial que separa a las startups que sobreviven de las que lideran su sector.

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups
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