Los líderes empresariales suelen tener muchas habilidades, pero hay una que está causando sensación y consiguiendo un éxito considerable al abordar tareas y proyectos de negocio. Se trata de la adaptabilidad, es decir, la capacidad de adaptarse a los cambios que hay en el mercado, en la empresa o en la sociedad de consumo a la que se dirigen sus productos o servicios. El liderazgo adaptativo, como se ha llamado, se ha consolidado en los últimos años como una manera idónea para gestionar entornos complejos, donde las soluciones del pasado rara vez resultan efectivas para los desafíos del presente.
El liderazgo adaptativo propone una dinámica centrada en la escucha activa, el aprendizaje organizativo y la capacidad de los equipos para afrontar tensiones y transformaciones desde la colaboración.
Las startups, por su propia naturaleza, operan en marcos de ambigüedad y cambio permanente. Ya sea por las fluctuaciones del mercado, los ciclos rápidos de desarrollo de producto o la necesidad de pivotar frente a señales tempranas del cliente, estos entornos exigen un liderazgo que no dependa únicamente de la claridad de las instrucciones o de la posición jerárquica de quien dirige. El liderazgo adaptativo responde a esta necesidad mediante una concepción relacional del poder, en la que el rol del líder no es tener todas las respuestas, sino facilitar el proceso por el cual los equipos encuentran colectivamente soluciones emergentes.
Entre las técnicas más relevantes del liderazgo adaptativo se encuentra la habilidad para “subir al balcón”. Este concepto, desarrollado por Ronald Heifetz, implica tomar distancia de la dinámica operativa diaria para observar los patrones, tensiones y aprendizajes que surgen en la interacción organizativa. No se trata de una desconexión del trabajo concreto, sino de una pausa reflexiva que permite a los líderes discernir cuándo un desafío es técnico y puede resolverse con conocimiento experto, o cuándo se trata de un problema adaptativo que requiere cambios en los valores, creencias o comportamientos de la organización.
Otra técnica fundamental es la gestión productiva del conflicto. A diferencia de los enfoques tradicionales, que suelen evitar el conflicto por temor a desestabilizar el grupo, el liderazgo adaptativo considera el conflicto como una fuente legítima de innovación. En entornos en los que diferentes perspectivas conviven —por ejemplo, entre desarrollo tecnológico, visión de negocio y experiencia del usuario— el desacuerdo se convierte en un activo si se encauza hacia el aprendizaje. Para ello, los líderes deben crear espacios psicológicamente seguros, donde los equipos puedan expresar desacuerdos sin temor a represalias, lo que resulta esencial para evitar el pensamiento grupal y descubrir ideas no evidentes.
El uso estratégico de la autoridad informal también es central en este modelo. En contextos tradicionales, la autoridad suele derivarse de la posición ocupada en el organigrama. Sin embargo, el liderazgo adaptativo pone en valor la autoridad que surge del reconocimiento de la competencia, la confianza y la coherencia entre discurso y acción. En muchos equipos de startups, los líderes efectivos no son necesariamente quienes ostentan cargos directivos, sino quienes movilizan la energía del grupo, detectan dinámicas improductivas y actúan como catalizadores del cambio. Reconocer y potenciar estas fuentes de liderazgo distribuido favorece entornos ágiles e innovadores.
Existen maneras de entrenar ese liderazgo adaptativo de forma práctica. Diversos programas de desarrollo organizacional incorporan simulaciones de crisis, laboratorios de feedback y dinámicas de role playing para exponer a los líderes a situaciones ambiguas. Sin embargo, más allá de las metodologías formales, el liderazgo adaptativo se cultiva en la práctica cotidiana, en la capacidad de asumir riesgos emocionales, sostener conversaciones difíciles, e incluso aceptar la pérdida de control como parte del proceso. A menudo, la tarea más difícil del liderazgo adaptativo no es movilizar a otros, sino tolerar las propias incomodidades del cambio y resistir la tentación de soluciones simplificadoras.
El diagnóstico compartido es otra técnica relevante. En lugar de imponer una interpretación unilateral de los problemas, los líderes adaptativos convocan a los distintos actores de la organización para elaborar una comprensión colectiva de los retos. Esto no solo mejora la calidad de las decisiones, sino que incrementa el compromiso con las soluciones propuestas, dado que los equipos participan activamente en su construcción. En este sentido, el liderazgo adaptativo desplaza el foco desde el control hacia la influencia, desde la imposición hacia la cocreación.
En el caso de las startups tecnológicas, donde el cambio de dirección estratégica puede ser una constante, el liderazgo adaptativo también permite afrontar los llamados “dolores del crecimiento”. Al escalar un equipo o al abrir nuevos mercados, aparecen tensiones entre lo que funcionaba en las etapas iniciales y las exigencias de una operación más compleja. El líder adaptativo detecta estas tensiones no como anomalías, sino como señales naturales de un proceso evolutivo, y actúa promoviendo conversaciones que permitan renegociar expectativas, roles y formas de trabajo.
Desde una perspectiva organizacional, el liderazgo adaptativo no puede ser una función exclusiva de la alta dirección. La cultura empresarial debe favorecer que múltiples niveles del equipo asuman liderazgo según el contexto. Esto implica formar a los equipos en habilidades como el pensamiento sistémico, la gestión emocional, la escucha activa y el diseño colaborativo de soluciones. Las organizaciones que logran distribuir el liderazgo adaptativo aumentan su capacidad de respuesta ante eventos inesperados y fomentan una cultura de resiliencia que se traduce en ventaja competitiva.
Diversas investigaciones han señalado que el liderazgo adaptativo mejora el desempeño organizativo en situaciones de alta complejidad. Estudios del Center for Creative Leadership y del Harvard Kennedy School han demostrado que la aplicación sistemática de estas técnicas mejora la retención de talento, acelera la innovación y reduce la fricción en procesos de cambio organizacional. Además, se ha observado que los líderes adaptativos son más eficaces al gestionar la diversidad de equipos multiculturales o interdisciplinarios, gracias a su orientación al diálogo y a su tolerancia a la ambigüedad.
El liderazgo adaptativo representa una evolución necesaria para liderar organizaciones en entornos marcados por el cambio y la incertidumbre. Al romper con las lógicas de control tradicional y apostar por técnicas centradas en la escucha, el conflicto constructivo, el aprendizaje colectivo y la distribución del poder, este enfoque se consolida como una herramienta estratégica para impulsar la innovación. En el ecosistema emprendedor, donde las reglas del juego cambian con rapidez, los líderes adaptativos no solo sobreviven: convierten la incertidumbre en una fuente de posibilidad.