Reportaje Startups

El arte de convencer: cómo perfeccionar la comunicación para escalar una startup

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups

La comunicación es clave en el proceso de creación de una empresa. No solo porque ayuda al emprendedor a conseguir financiación, explicando las ideas que tiene en mente a los inversores, sino también cuando tiene que confiar el trabajo en su equipo de empleados, que normalmente lo dan todo para que el proyecto salga adelante. Y ahí es donde entra en juego la comunicación eficaz, algo que es vital para el ecosistema emprendedor.

Uno de los principales retos para quienes lideran startups en fase inicial es traducir una visión compleja y cambiante en mensajes comprensibles, atractivos y alineados con distintos públicos. Esta capacidad no se reduce al dominio del lenguaje verbal, sino que integra escucha activa, lectura del contexto, inteligencia emocional y adaptación al canal y al interlocutor. El error frecuente de muchos fundadores consiste en asumir que comunicar es simplemente hablar o presentar, cuando en realidad se trata de un proceso bidireccional y estratégico que requiere planificación, coherencia y entrenamiento constante.

En las primeras etapas del emprendimiento, la habilidad para construir un relato potente —lo que en el ecosistema se conoce como “storytelling”— es clave para generar tracción. Este relato no se limita a contar la historia personal del fundador ni a describir la solución que se ofrece, sino que debe conectar emocionalmente con el problema que se resuelve, explicar de forma convincente por qué el equipo es el adecuado y anticipar una visión creíble del impacto que se busca generar. Los fondos de inversión, aceleradoras y business angels no solo evalúan métricas, también prestan atención a cómo se cuenta el proyecto. Un pitch mal estructurado puede cerrar puertas incluso ante modelos de negocio viables.

Se pueden establecer una serie de pasos para conseguir que esa comunicación sea fluida entre los emprendedores. No se trata solo de “hablar en público” ni de adoptar técnicas teatrales, sino de cultivar un conjunto de competencias que se integran en el día a día de la gestión. Para muchos, el primer paso consiste en identificar los propios puntos ciegos. Esto incluye desde una escasa capacidad de síntesis hasta una desconexión entre lo que se dice y lo que se hace. Una comunicación incoherente erosiona la credibilidad y obstaculiza el liderazgo, especialmente en equipos ágiles donde las decisiones deben ejecutarse con rapidez.

En el proceso de escalar una startup, la comunicación interna cobra una relevancia aún mayor. El crecimiento del equipo, la aparición de nuevos roles, la entrada de talento senior y la necesidad de mantener una cultura común en contextos híbridos o distribuidos exigen una comunicación clara, empática y estructurada. Muchos emprendedores descubren con el tiempo que sus hábitos de comunicación informal, útiles en los inicios, se vuelven ineficientes o incluso contraproducentes en etapas de mayor complejidad. La transición hacia modelos de comunicación más formales, con canales definidos, reuniones efectivas y retroalimentación continua, suele marcar un punto de inflexión en la madurez de la organización.

El desarrollo de estas habilidades no ocurre de manera espontánea. Algunos fundadores provienen de disciplinas técnicas y no han recibido formación en comunicación, lo que refuerza la necesidad de aprendizaje activo. En este sentido, existen múltiples recursos para adquirir competencias comunicativas: desde mentorías personalizadas hasta programas de formación ejecutiva, pasando por talleres de oratoria, sesiones de role-playing o ejercicios de feedback 360. Uno de los aprendizajes más repetidos por emprendedores experimentados es que comunicar no es un talento innato, sino una habilidad que se construye con práctica deliberada y reflexión crítica.

En las fases más avanzadas del crecimiento, la comunicación con inversores y stakeholders externos adquiere una dimensión estratégica. Aquí no solo se trata de presentar resultados, sino de generar confianza, gestionar expectativas y construir una narrativa coherente que vincule pasado, presente y futuro. Las rondas de financiación, los reportes trimestrales, los comunicados de prensa y las apariciones públicas son espacios donde el lenguaje debe equilibrar ambición con realismo. Un exceso de entusiasmo sin datos sólidos puede levantar sospechas, mientras que una presentación fría o excesivamente técnica puede pasar desapercibida en un mercado saturado de propuestas.

Otro ámbito en el que la comunicación resulta decisiva es la gestión de crisis. En situaciones de tensión —desde fallos técnicos hasta conflictos internos o cambios estratégicos drásticos— los líderes que saben comunicar con transparencia, empatía y control emocional pueden contener daños reputacionales, preservar la confianza del equipo y estabilizar el rumbo de la empresa. Casos como los de Airbnb durante la pandemia, o más recientemente Figma en su proceso de adquisición y posterior desvinculación de Adobe, muestran cómo la narrativa y el tono del discurso corporativo pueden suavizar impactos y reforzar el liderazgo.

Las investigaciones recientes en management y psicología organizacional también refuerzan el papel de la comunicación en la motivación y la retención de talento. Las generaciones más jóvenes, habituadas a entornos digitales e hiperinformados, valoran especialmente la autenticidad, la coherencia entre valores y acciones, y la capacidad de los líderes para escuchar y adaptarse. En este contexto, un emprendedor que comunica con claridad la misión, que explica las decisiones estratégicas y que abre espacios para el diálogo tiene más probabilidades de construir un equipo comprometido y resiliente.

Existen muchas herramientas en el mercado para mejorar la comunicación, entre las que se encuentran Coursera, Udemy o MasterClass, los bootcamps de aceleradoras como Y Combinator o SeedRocket, así como los contenidos de referentes del sector en formato podcast, newsletter o vídeo. También se observa un aumento en el interés por técnicas específicas como la comunicación no violenta, la gestión de conversaciones difíciles o el desarrollo del elevator pitch. Estas técnicas ofrecen marcos prácticos para abordar interacciones complejas y convertir cada momento de comunicación en una oportunidad de liderazgo.

Una tendencia emergente es la incorporación de la inteligencia artificial en los procesos comunicativos del día a día. Herramientas basadas en IA permiten redactar discursos, corregir el tono de correos, analizar la efectividad de mensajes internos o incluso generar simulaciones de presentaciones. Aunque no sustituyen la competencia humana, sí permiten optimizar tiempos y elevar la calidad del contenido comunicativo, especialmente en startups que operan con recursos limitados.

El proceso de perfeccionar la comunicación como emprendedor no tiene un punto final, sino que evoluciona junto con el crecimiento de la empresa. En un entorno donde los productos se copian rápidamente, donde el capital es escaso y donde la reputación se construye en tiempo real, la capacidad de comunicar con intención, precisión y propósito puede marcar la diferencia entre liderar un mercado o quedarse en el camino. No se trata únicamente de hablar bien, sino de convencer con honestidad, de conectar con autenticidad y de construir puentes entre visión y acción.

La comunicación en el mundo emprendedor no es un complemento, sino una arquitectura invisible que sostiene cada parte del edificio empresarial. Aprender a dominar sus técnicas, comprender su impacto y cultivar una voz propia es, hoy más que nunca, una condición imprescindible para escalar una startup de forma sostenible y significativa. El arte de convencer, lejos de ser una habilidad accesoria, se convierte así en un factor determinante del éxito a largo plazo.

Responsable de Redes Sociales y redactora de TodoStartups
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